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miércoles, 27 de junio de 2012

Cristóbal Ochoa activa sus mecanismos de defensa en Bogotá




 El artista plástico venezolano muestra sus "Proyecciones e introyecciones"
Según sus amigos más cercanos, Cristóbal Ochoa puede parecer a ratos como un erizo de mar: es totalmente impenetrable. Y hasta es capaz de sacar a relucir sus púas a manera de protección. Otras tantas, sin embargo, puede mostrarse accesible y hasta amable. Cuestión de actitud, dirá él. O mejor, de Proyecciones e introyecciones, como bautizó la muestra que inauguró el jueves pasado en la galería El Gato del sector El Batán en la ciudad de Bogotá, Colombia.

Fue gracias a la red social Facebook que el galerista colombiano Jaime "El Gato" Espinoza vio las obras de Cristóbal de Ochoa y, casi de inmediato, le propuso inaugurar una exposición individual en su país.

Una muestra con 13 esculturas -cinco de ellas gigantes- y 18 pinturas en acrílico realizadas en diversos tamaños, desde 40 centímetros hasta casi dos metros de altura.

Esculturas que, en vista de lo complejo que resultaba trasladarlas dentro de una maleta, se vio obligado a crear durante tres semanas en la casa de la ceramista colombiana Cecilia Ordoñez, quien no solo lo alojó en su casa sino que le prestó su taller y hasta compartió sus técnicas y secretos con él.

"Fue toda una experiencia", cuenta Ochoa, "porque en Colombia tuve que experimentar con otro tipo de arcilla y trabajar en un clima húmedo y frío, distinto al de Venezuela, lo que implica que el material responde de una manera distinta. Además de que ella me enseñó a trabajar en la delgadez y la interioridad de las piezas, que definitivamente le aportan una sonoridad especial a cada una de las piezas".

Obras que, explica él, están concentradas sobre todo en dos mecanismos de defensa sicológicos: las proyecciones y las introyecciones.

Las del primer grupo Ochoa las elabora con mondadientes (palillos) y pinchos de madera insertados en una matriz de cerámica pintada con spray que imposibilita la mirada hacia en interior de la pieza. Mientras que las bases de cerámica del segundo grupo las ha perforado con decenas de orificios y es posible husmear adentro.

Y si algunas de las obras del artista venezolano, de 25 años, semejan erizos y animales marinos -durante su infancia, Ochoa practicaba buceo a pulmón junto con su padre- que provocan rechazo en el público; otras tienen formas orgánicas -hay quien asegura ver en ellas miembros sexuales masculinos y femeninos- que invitan a tocarlas y...

"Yo siempre he buscado que la gente sienta rechazo, incluso asco, con mis obras. Pero también busco seducirlas, hipnotizarlas. Y sí, es verdad, en mi obra siempre ha estado presente el tema erótico", atrapa él.

"Si algo tiene el arte es que te invita a conocerte a ti mismo. Termina siendo eso: un estudio sobre uno mismo, sobre lo que hay en el interior, y eso muchas veces se proyecta en la obra. Por eso yo a veces me sorprendo y digo: '¿En qué estaba pensando en el momento en que creé esta obra?' ¿Qué había dentro de mí en ese momento que salió esta pieza?'", remata él. Lo que esté adentro, igual Ochoa se ha encargardo de introyectarlo... o quizás proyectarlo en su arte.

La fotógrafa Lil Quintero revela su "Alma animal"


 La periodista inauguró una exposición en Arte Pilates
Lil Quintero exhibe su Alma Animal en una exposición. La muestra fotográfica, que se inauguró el pasado sábado en el estudio Arte Pilates, reúne imágenes de perros y gatos domésticos o abandonados.

La fotógrafa, a través de la individual, intenta generar conciencia en la contribución de otorgarles calidad de vida a los animales. La exposición es producto del trabajo que la también periodista viene haciendo para la Red de Apoyo Canino desde el mes de febrero. Un porcentaje de las ventas de las obras estará destinado a esa organización.

"Alma Animal es el resultado de un recorrido visual por una realidad tan contundente como conmovedora. Gracias a la experiencia vivida a través de mi incursión como fotógrafa en la Red de Apoyo Canino, he podido conectarme sensiblemente con ese universo de seres ávidos de protección, amor, respeto y dignidad. Con un mundo que pareciera estar aparte, pero que es tan doloroso y avasallante como el de la infancia abandonada", dijo Lil Quintero acerca de la exposición.

El trabajo altruista de la autora se refleja en la muestra. "He podido ver y sentir cómo seres tan frágiles, perros y gatos en su mayoría mestizos y en situación de riesgo vital, sobreviven esperando ser rescatados y protegidos, y cómo muchos de ellos también encuentran la felicidad gracias a la compasión y el amor de un proteccionista animal".

Alma Animal también representa, para la autora, un granito de arena en la lucha por los derechos animales. "Esta muestra fotográfica no es más que mi forma de colaborar con esta causa y está dedicada a todos los animales domésticos en situación de abandono. Con esta labor he podido participar de una experiencia de valoración y respeto hacia la fauna doméstica (...), buscar un espacio de vida digno para esos seres tan vivos como nosotros", agregó.

Arte Pilates, ubicado en el Centro Comercial La Colina de Los Samanes, también es un espacio de proyección para artistas. Desde marzo abrió un espacio alternativo para trabajos fotográficos y plásticos. 

Veinte voces para cantar a Joan Manuel Serrat


 Este fin de semana es el show "Cada loco con su tema. Un tributo a Serrat"
Henry Martínez conoció a Joan Manuel Serrat en 1978. "Yo era director musical de Lilia Vera y él andaba de gira con Mercedes Sosa y Gloria Martín. Recuerdo que estaba recién casado con 'Candela'", narra el cantautor, apenas uno de los invitados a Cada loco con su tema. Un tributo a Serrat, que se presenta este sábado y domingo en BOD-Corp Banca.

"Coincidimos en esa gira del 78. Yo estudiaba en la Universidad de los Andes", rememora Miguel Ángel Bosch, de Serenata Guayanesa. "Si yo fuese escritor, me gustaría escribir como Serrat", agrega, quien cantará el tema Elegía, en el tributo de este fin semana.

Henry Martínez interpretará De vez en cuando la vida y De cartón piedra, mientras que Nana Cadavieco cantará Los ácaros de la moral. A la joven rockera, Serrat la conecta con su padre, de origen español y fanático del cantautor catalán.

Mariaca Semprún se enfrenta por primera vez al autor. Tras un día intensivo de su música, se topó con Soy sinceramente tuyo, que le fascinó. Su colega Daniela Bascopé ensayaba una obra teatral titulada Mi madre, Serrat y yo -pospuesta por ahora-, y fue captada para este homenaje, para el cual eligió la canción Detrás está la gente.

Varias generaciones de artistas han bebido de las fuentes de Serrat, tal como lo afirma uno de los productores del espectáculo, Xariell Sarabia -junto a José Luis Ventura-, y una muestra de ello será el abanico de voces que podrá disfrutar el público por dos días: Soledad Bravo, Yordano, Ilan, Guillermo Carrasco, Pedro Castillo, Rafael "Pollo" Brito, Arístides Barbella (Malanga), José Alejandro Delgado y Betsayda Machado, son otros de los casi 20 cantantes convocados.

"Serrat es un poeta de lo cotidiano", afirma Sarabia, quien agrega que trabajar con el cantautor es fácil, por su prolífica producción.

La dirección musical corre por cuenta de Álvaro Paiva, quien reunió a brillantes músicos como Eric Chacón, César Natera, Jorge Torres, Rodner Padilla, Adolfo Herrera y Diego "El negro" Álvarez.

Y es que Serrat mueve. Así lo afirma Luz Marina, quien recomienda incluso llevar a los niños para que entren en contacto con su poesía. "Serrat marcó mi vida. Yo tocaba cuatro y aprendí guitarra para poder cantar sus temas. Él se volvió una guía", dice quien entonará Lucía y Esas pequeñas cosas.

La cita entonces es este 30 de junio, a las 8:00 p.m., y 1 de junio, a las 6:00 p.m. en BOD-Corp Banca de La Castellana. 

Hugo Zapata trajo toneladas de roca


 "La piedra es el testimonio más antiguo que tenemos (...) La hemos utilizado como testigo"
Hugo Zapata (Quindío, Colombia 1945) trajo más de dos mil toneladas de piedra a la Feria Iberoamericana de Arte (FIA) de Caracas, que este año decidió rendirle homenaje en calidad de artista internacional invitado.

Dos mil toneladas que el arquitecto y artista plástico colombiano distribuyó en siete esculturas de piedra lutita negra, elaboradas en mediano y gran formato, que expone en la feria a partir de esta noche en el Hotel Tamanaco Intercontinental, ubicado en la urbanización Las Mercedes.

"Me siento orgullosito, creidito por la invitación que me han hecho", apunta Zapata, quien a decir verdad ya había expuesto en la FIA en los años 2002, 2003 y 2006. Pero es hoy que su nombre se suma a la lista de los 20 artistas que han sido invitados de manera especial a la feria de arte, y en la que están su compatriota Edgar Negret, el argentino Guillermo Kuitca; los españoles Manolo Valdés y Joan Fontcuberta; y los peruanos Fernando de Szyszlo y Cecilia Paredes, entre mucho más.

"Este homenaje es un reconocimiento a mi trabajo. Siento alegría de que me hayan escogido entre tantos artistas buenos que hay...", agrega Zapata, que llegó a la escultura de forma espontánea.

Estaba haciendo una serigrafía y, sin querer, la rompió en pedazos. Fue entonces que experimentó un gran hallazgo: pudo palpar la tridimensionalidad. "La sentí", dice él, que a partir de entonces comenzó a trabajar la piedra.

-Las amigas de su madre se lamentaron porque usted decidió ser artista...

-Sí (risas). Le dijeron: 'Pobrecita, el mayorcito te salió artista'. Eso me lo dijo mi madre cuando le entregué el título de arquitectura.

-¿Por qué arquitectura?

-Escogí esa profesión porque era la que más se parecía al arte. ¡Fue la bendición del cielo! Con la arquitectura aprendí todo acerca del paisaje. Aprendí cantidades de cosas que hoy me sirven para la expresión del arte. Estudié arquitectura, pero nunca la ejercí: me sirvió para hacer arte.

-El artista plástico venezolano Vicente Antonorsi confesaba días atrás que no sabía con exactitud si era un arquitecto que hacía escultura o un escultor que hacía arquitectura. ¿Qué es usted?

-Soy un escultor que estudió arquitectura (risas). Eso me sirvió para aprender el alfabeto y el lenguaje plástico. Cuando estábamos en la universidad hacíamos bodegones con carboncillo todo el tiempo. Es con las bienales que se hacían en Medellín que vimos el alcance que tenía el arte contemporáneo, y ahí nos cambio la mirada del mundo.

-¿Y así llegó a la piedra?

-Yo coleccionaba piedras desde niño. Cuando estudié arquitectura me hice amigo de varios geólogos y podía ir a sus laboratorios. Así que estudié mucho la piedra antes de convertirla en escultura. Estudiaba su viveza, su brillo, y los tipos que hay. Hasta que me fui casando con unas que me dejan expresar más, como las lutitas negras. Son piedras de la cordillera oriental de Colombia, que tiene mucho hierro. También utilizo basalto y mármol (...) La piedra es el testimonio más antiguo que tenemos los hombres. Nosotros la hemos utilizado como testigos.

-Usted se ha destacado por ser un artista que se alimenta constantemente de la observación y las sensaciones del hombre. ¿Cómo crea esas lecturas a través de una roca de 600 kilos?

-Sí, a mí me toca mucho la cultura del hombre, su expresión antigua y contemporánea. Me interesa mucho la forma como habla el hombre, como escribe, piensa y estudia. De ahí salen muchas cosas. Yo escojo las piedras en los ríos colombianos. Las dejo en un sembradío de rocas gigante que tengo. Les doy vueltecitas a mis piedras. Por ejemplo, había una que llevaba dos años conmigo. Estaba enamorada de ella, pero no sabía qué hacer con ella. La miraba y la miraba. Hasta que un día llegué y le dije: 'Hoy te toco, querida'. Me nutro de los sueños y de los recuerdos.

-El poeta colombiano William Ospina lo ha definido a usted como "un acariciador de la piedra, un enamorado de su maciza realidad"...

-¡Eso es verdad! A muchas de las piedras las palpo con agua o papel de agua. Las trabajo con las manos. Son suavecitas. Te va a provocar abrazar las piedras de la exposición. Son para acariciarlas. Mientras hablo con usted estoy pensando en unas piezas que tengo en mi casa. ¡Las tengo a toda hora en la cabeza! Es una labor constante.

-¿Usted celebra la piedra más allá de tallarla?

-El oficio en sí no es lo que más me importa. Me importa el resultado, lo que va pasando. El oficio es muy fácil de adquirir. Se trata de dominar la técnica... eso es fácil. Con una herramienta adecuada solo necesitas manejarla bien y listo. Yo no celebro tanto mi oficio. Aunque me gusta, no lo hago. Más bien celebro es el resultado de la roca. 

24 artistas de los 80 reciben un homenaje casi museístico


 La Feria Iberoamericana de Arte celebra el "Espíritu de los 80"


El arte de los años 80 está estrechamente vinculado a los circunstancias políticas que vivió Venezuela en esa época. Así lo afirma el curador Nicomedes Febres, quien este año decidió reunir a 24 pintores de esa década para rendirles un homenaje, casi museístico, dentro de la edición número 21 de la Feria Iberoamericana de Arte.

La exposición Espíritu de los ochenta incluye a Antonio Lazo, Miguel Von Dangel, Pedro Tagliafico, Pancho Quilici, Carlos Zerpa, Luis Lizardo, Onofre Frías, Ernesto León, Adrián Pujol, Boris Ramírez, Susana Amundaraín, María Eugenia Arria, Carlos Mendoza, Rafael Barrios, J.J. Moros, Ricardo Benaím, Roberto Obregón, Jorge Pizzani, Julio Pacheco Rivas, Eugenio Espinoza, Teresa Gabaldón, Milton Becerra, Carlos Sosa, Pedro Luis Fermín, Víctor Hugo Irazábal e Ismael Amundaraín.

"El viernes negro nos marcó muchísimo", asegura Febres. "La mitad de las galerías había cerrado. A los museos no iba nadie, salvo que fueran las grandes exposiciones que se habían hecho en los años 70, en especial las de Sofía Imber. El arte que hacia la juventud de Venezuela estaba vinculado al dibujo promovido por Juan Calzadilla. También estaba el arte conceptual", dice.

Pero los artistas de los 80 crearon un movimiento que, según afirma Febres, nacía de los neoexpresionistas alemanes y la transvanguardia italiana. Esta influencia renovó la pintura de los creadores que hoy colman con sus piezas, en gran formato, el pasillo central del Salón Naiguatá del Hotel Tamanaco Intercontinental ubicado en Las Mercedes. "Esa generación que hoy ves canosa fue la que hizo que el gran público regresara a los museos. Las personas comenzaron a amar sus obras; las mismas que reinterpretaban lo que para entonces vivía el país. Fue una época muy basta".

Por eso es que Nicomedes Febres confiesa que estos mismos artistas deberían de estar hoy dentro de los museos mostrando la evolución de su trabajo. "Desde hace muchos años los han puestos de lado. Los museos no les han dado un reconocimiento. Entonces, lo que hicimos fue hacerle un homenaje a una generación que ha estado comprimida. Ellos le dieron pluralidad al arte que luego se hizo en los 90. La cultura en general está en deuda con esta generación. Esto es conocer la historia del arte venezolano. Es un pequeño aporte que hizo FIA. Se quedan muchos por fuera".

martes, 26 de junio de 2012

Paola Cadena Pardo: "Lo importante en un poema es lo que le dice a cada lector"


"Un escritor parte siempre de sus experiencias y de sus pasiones para darle vida a su obra", afirma la poeta colombiana.

A Paola Cadena Pardo (Bogotá, 1983) la marcó Dogville. La película de Lars von Trier llevó a la poetisa colombiana a escribir un poema, que luego se convirtió en Cinema, un libro hecho a partir de largometrajes, que la editorial Bid&Co presentó en Festival de la Lectura Chacao 2012. Que el cine también es poesía, claro está.

La bogotana mezcló dos de sus dos aficiones en un libro. "Un escritor parte siempre de sus experiencias y, sobretodo, de sus pasiones, para darle vida a su obra. El cine es uno de esos grandes amores que en un momento dado se infiltró en mi escritura como una forma de expresar mi experiencia frente a las películas y lo que de la vida pude observar a través de ellas", dijo la poeta, que ya antes había publicado Hotel.

Una advertencia al lector: no va a encontrar cine comercial ni producciones de Hollywood. Sólo obras de autor que fueron escogidas al gusto: Cinema paradiso, La escafandra y la mariposa o Sueños, por ejemplo. "No hubo otro criterio diferente al subjetivo. Son películas que en su momento me hicieron vivir una experiencia muy fuerte, de esas con las que uno llora y ríe a plenitud o que nos dejan algo así como sumergidos en otra dimensión personal, durante horas, después de verlas", explicó la Magíster en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Cincinnati.

También hubo otras películas-poemas que quedaron por fuera. Como la misma Dogville. "No todos los intentos salieron exitosos. Hubo poemas, de películas que amo, que no lograron ser lo que yo esperaba de ellos. Otros tantos sobre los que tuve que volver varias veces después de la primera escritura y algunos pocos que surgieron casi que terminados apenas en el primer intento".

Así, Cadena Pardo habla a través a los protagonistas. La autora asegura que no hace falta conocer las tramas para interpretar los poemas. Aunque Mercedes Roffé escribió en el epílogo que hay versos que, si uno no está familiarizado con la película, podría hacer pensar en generalizaciones. "No veo en ello un problema. Como dijo Pessoa, los versos viajan hacia la humanidad y una vez emprenden el viaje son libres de decir lo que deseen. Así que esas generalizaciones que puedan surgir en un lector que no conoce la película serían para mí otro poema posible. Lo importante en el poema no es lo que el poeta quiso decir, sino lo que en últimas termina diciéndole el poema a cada lector", agregó la neogranadina.

La autora considera al cine una experiencia vital, de esas que puede generar escritura. "Tal vez por eso todos los poemas los escribí, por lo menos el primer borrador, justo después de ver la cinta. Algunos versos surgieron mientras la veía. No quería escribir sobre una idea o un recuerdo, sino sobre la propia vivencia".

La poesía, para ella, es su forma de ver. Representa sus ojos. Ya lo dijo en uno de sus versos: "No hay otros ojos para ver este mundo/que veo con los míos". "Con la poesía quise expresar cómo se ve el cine a través de ellos y a su vez el mundo a través del cine cuando soy yo quien está frente a la pantalla. Pienso que Cinema es eso: mi experiencia mirando al mundo, a la vida, desde cada una de esas obras cinematográficas, tratando de fundirme con los personajes, buscando la forma de decir aquello que las películas dejaban en mí y que sólo podía decir con la poesía", concluyó Cadena Pardo. Así, la poesía puede ser cinematográfica.